jueves, 19 de febrero de 2015

“Eros y Thánatos en "Lluvia de Sombras" por: Carmilla Dosmilquince.

     
                           
¿Son las palabras las que imponen las intenciones? ¿Son las intenciones las que decretan las palabras? ¿De dónde salen esos actos que rebasan palabras o intenciones, que violentan, que ritualizan, que son Thánatos motivado por Eros, que es Eros traducido a Thánatos?

¿De la inconsciencia, de la irreflexión, en Jefté? ¿Del capricho, de un impromptus de exasperación, de una exarcebación corporal que rige la voluntad anímica?

¿Y en María? ¿Serán acaso las sombras del pasado que como tormenta eléctrica incendian, que como tsunami arrasan, que como huracán remueven, arrancan, lanzan a los aires apegos, orfandades tratando de limpiar el cochambre de otros que se ha adherido a su piel, que se ha aglutinado en su corazón y que carcome su mente y entrañas?

¿Y en Magdalena, son celos traducidos en culpas? O ¿vienen de ese principio de la humanidad bíblica en donde un dios del testamento antiguo mandata destruir ciudades y pueblos que no le rinden tributo, en donde ordena no dejar piedra sobre piedra, ni ancianos, ni mujeres, ni niños nacidos o nonatos?
¿Verdad o mentira histórica que rige perversas conductas traducidas en instrumentos de tortura, en quema de brujas, en mujeres decapitadoras mudadas primero en prostitutas y santificadas posteriormente como "ejemplo" de la cristiandad?
Actos juzgados como Asesinato que hay que castigar severamente si de un lego se trata. Que hay que sublimar si fue dictado por un "arrebato místico" efectuado por el siervo consagrado.
A estas reflexiones nos ha llevado “Lluvia de Sombras”, por lo que nos preguntamos: ¿Ése es el paraíso descarnado del que nos hablan los oficiantes bendecidos ? ¿Esas son las Magdalenas, las Judiths, las Charlottes Corday que pueblan el cielo prometido?

Si a este firmamento macilento le añadimos las obras de arte religioso, pinturas, esculturas, música,  poemas, grabados, escritos  que extasían los sentidos, que hacen aflorar las emociones y con todas éstas adornamos la tal tierra ofrendada para el deleite estético de los favorecidos, tal vez escojamos vivir en el arrebato místico de la Magdalena que se nos devela como “Arca de la Alianza”, como “Puerta del Cielo”, como “Estrella de la Mañana”, como “Salud de los Enfermos””, como  Custodia -Recipiente consagrado en el que se aloja el cuerpo consagrado-. 
Y si continuamos bajo esta lógica, ¿en qué se transforma  el cuerpo de Jefté? Definitivamente en el Caliz, en la copa rebosante a la que hay que perforar y al cual abrir una ancha boca para poder beber la sangre de ese demonio que al derramarse y ser ofrendada en altares se transmuta en un Cristo redimido.

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